jueves, 5 de junio de 2008

Eurotour (2)

Día 2 (28-12-02): “Welcome To Hell”

Cabe destacar que en Deutschland (Alemania) son 4 horas más que en Chile. Habremos llegado como a las 9-10 hora alemana. Al sacar mis cosas de la maletera, le hice una seña a Ángela. Naturalmente se sentía un frío en el aire, un frío eterno que duraría hasta el último día del viaje. Nos bajamos, esperé a Peich y seguimos. Ya en el aeropuerto notamos algo: Ángela no estaba. De hecho, se fue tan rápido como que desapareció. Lo más seguro es que se mandó a cambiar junto a una mujer que le presentaron en Buenos Aires y que la ayudaría a hacer el trasbordo porque también iba a Berlín. Bueno, así es la vida. Si este libro se publica algún día, quiero que la humanidad sepa que tan maleducada puede ser una persona de no despedirse de quien te está “cuidado”. El aeropuerto era impactante. Todo lo que Herr Carlos, profesor de alemán, había contado era en parte cierto. ¡Estaba lleno de turcos! Llegaba a ser descarado. A la salida nos encontramos con la famosa Marilyn, quien iba a aloja a Peich en Hofheim. La Gísela le entregó un par de regalos y nos despedimos del grupo. Marilyn llegó con su hija mayor, Célina de 4 pero tan alta que parecía de 6.
El viaje a Hofheim no fue tan largo, 10-15 minutos. Aquí la gente puede viaja a más de 100 Km/h, incluso ir a 160, lo cual es rapidísimo. Ya en casa, conocimos al resto de la familia. Frank [después conocido como “El Bueno de Frank”], un señor muy buena onda, la niña chica, Noel (que era como Noelle o algo así) y las mascotas… Dusty y Enya (como la cantante) que eran Terrier irlandeses, cuya característica es que no botan pelo.
Revisamos nuestros mails y aprovechamos de conversar. Para nuestra fortuna, Marilyn habla muy bien español, aunque lástima que Frank no entienda cuando hablamos los 3. Se apareció también el hermano de Marilyn y Don Gustavo, el padre de Marilyn. Las niñas miraban tele, a la Bibi Blocksberg, unos monos alemanes muy clásicos. ¡Ah sí! Antes de la aparición de Gustavo y Cía. conocí a Erhard Krüger y a su hija Katja quienes me van a alojar cuando regrese el 9 de enero. El Sr. Krüger es un señor de apariencia muy seria, pero muy simpática y Katja bastante bonita. Hablamos un rato con Marilyn mientras Peich escribía sus mails.
Ya más tarde, nos quedamos hablando con Gustavo, quien lleva más de 30 años en Alemania. Nos hablaba de sus teorías y que Alemania no es “tan perfecto” como dicen. Se nota que extraña mucho Chile, ahí me di cuenta que yo aunque llevaba 1 día, también iba a extrañar. Este señor me hizo cabecear un poco, no había dormido en el avión casi nada y este caballero no terminaba nunca su sermón. Como a las 17 horas ya había oscurecido y Marilyn aprevechó de pedir comida italiana. Yo de paso escuchaba atentamente la radio alemana y conocí el primer temón máximo: Steuersong. Era la canción Aserejé de Las Ketchup (muy conocidas aquí) pero con la letra cantada por un imitador del canciller alemán Gerhard Schröder (Elmar Brandt). Sucedió que los encargados de la comida se equivocaron con el pedido y la Mary debió llamar de vuelta para reclamar. Los alemanes no eran perfectos después de todo.
A las 19:00 fuimos con Javier donde los Krüger, que viven a 2 minutos de la Marilyn. La Katja no estaba, porque estaba haciendo Babysitting. Ahí conocí a la Helga, esposa de Erhard, y conversamos un rato. Erhard nos mostró la casa y nos convidó vino italiano. Cabe destacar que las casas alemanas [al menos estas que vimos] poseen en su mayoría sótano (Keller) y el primer piso es en realidad el “O” o Erdgeschoß. También conocí a Janine (hermana mayor de Katja) y a su pololo/novio. Ella traba como secretaria y vive en el “piso 0” como independiente. También era bonita. En eso de las 8:20 volvimos, no quería molestar a los Krüger, además que estábamos cansados y la conversación era un tanto irregular por el idioma (ellos era 100% alemanes, mientras que Marilyn hablaba tanto alemán como castellano):
Bueno, ya se estaba haciendo tarde y las historias de Gustavo ya me hacían dormitar, así que nos duchamos y escribimos mails. Después de eso, ya que Gustavo se había ido, aproveché de darles los regalos a Mary & Cía, porque no tenía nada para él, la verdad.
Ya a las 10 nos dormimos, el cansancio ya era brutal, así fue como terminó el día. Ya estábamos en Alemania, ahora éramos Ausländer (extranjeros).

«No hay hogar como el hogar.»