jueves, 10 de julio de 2008

Eurotour (3)

Día 3 (29-12-02): “Berlín City”

Nos despertamos temprano. Hoy tomábamos a las 10:13 o más temprano, el tren a Berlín. Esto se venía bueno. Llevábamos meses planeando el famoso año nuevo en Berlín como una idea lejana, pero como ahora gran parte del grupo está en Alemania, todo se podía concretar. Me sentí algo apurado antes de salir, como que nos apuraron mucho para salir… bueno, así son los alemanes.
Ya en la estación validamos nuestros tickets y nos preparamos para la llegada del tren. Hacía bastante frío… y con las mochilas cargadas… peor. Me sentía nervioso por viajar en tren, más que mal estábamos en un país extraño y el asunto de los asientos me agobiaba. ¿Encontraríamos? ¿Por qué no reservamos antes? Aparte, para os que aun no saben, los trenes aquí parten a la hora. Jamás esperaran a alguien, ni al chofer. Ya en Santiago escuché historias de giles que perdieron el tren por llegar 2 minutos tarde.
Ahora bien, en el tren nos sentamos en unos asientos reservados, así que al rato llegaron los dueños y “nos invitaron” a salir. Llegamos donde unos cubículos con 6 asientos cada uno. Ahí había uno con un solo señor. Le pregunté (en alemán) si estaban ocupados y me explicó en inglés que justo había 2 que no, así que nos sentamos. El caballero tenía pinta de británico, así que le pregunté si venía de Inglaterra, pero resultó ser oriundo de Berlín, a pesar de su buen inglés y facha de británico. Me ofreció leer el diario, pero ahora el alemán no lo entendía nada, todo un temón (cosa que no se entiende). Aproveché de dormir un poco y cerrar los ojos. A las 14:20 llegamos a Berlín. Ahí me volví a asustar: Hacía un frío satánico y no sabíamos si nos iban a venir a buscar. Ayer habíamos escrito un mail avisando que veníamos y la hora en que llegábamos, pero no sabían si lo habían leído, y sobretodo porque tenían una obra de teatro “Las bodas de Fígaro”. Yo ya estaba pensando en buscar algún albergue, cuando en eso veo pasar a una señora, la cual al verla supe al tiro que era ella. Se nos acercó preguntado si éramos nosotros y me volví a sentir seguro. Se llamaba Ana María, quien estaba acompañada de su hija Patricia, que tendría alrededor de 13. La señora nos guío a la salida y ahí nos encontramos con su esposo “Bogusav”. Javier descubrió que era polaco por su acento y yo solamente pensé que se llamaba “Gustav”, pero no, su nombre era polaco. También muy amable el caballero.
Gracias al cielo, esta familia vivía en la zona más central de Berlín, lo cual facilitaría nuestras andanzas (Derfflingerstraße). Los Lisiuk vivían en un modesto departamento, con un clima sumamente acogedor. Al llegar, la señora muy atenta nos ofreció comida. Estaba buena, a pesar de las dificultades mías para comer, debido a que me mareé en el tren. Nos ofrecieron Internet también, así que aproveché de avisar de que habíamos llegado sanos y salvos a la capital. También conocimos a la hija mayor, Weronika, cuya edad rodeaba los 16.
Bueno, la familia tenía que salir a ver “Hochzeit des Figaros” y nosotros teníamos a disposición las llaves de la casa. Así que Javier tuvo la idea de salir. Yo no quería, pero una vez aquí no se puede desperdiciar la oportunidad. Cuando salimos a eso de las 4 o 5, ya estaba harto oscuro. Mirando el mapa, seguimos por Kürfunsterstraße.
Lo primero que nos llamó la atención fue que había un metro en la mitad de la calle. ¿Cómo la gente llegaba a él si supuestamente en Alemania todos cruzan con luz verde? Más tarde lo sabríamos. Caminando recordábamos las sabias palabras de un ex-profesor del colegio: «En Alemania la gente siempre cruza con luz verde. Cuando no lo haces, eres un Schwarzführer (Creo que fue Herr Steil).»
Resultó ser mentira. La gente cruza la calle con luz roja, igual que en Chile. En todo caso, es más peligroso, puesto que los autos viajan aquí a mayor velocidad.
Durante nuestros paseos, visitamos un “mall”. Había un Cine-Imax, y había un “Arcade”. Al tiro pensamos que era algo con videojuegos, pero en realidad era un mall. Lo apestoso acá es que en las tiendas, la calefacción es sofocante, mientras que afuera el frío es de miedo.
Continuando con el relato, ahora teníamos una nueva meta, encontrar a Benjamín. Este ilustre personaje había envíado un mail avisando que se iba a encontrar en la “Brandenburger Tor-Bahnhof” entre 18-18:30 y 19-19:30 los días 28, 29 y 30. Así que fuimos al histórico monumento. Recuerdo haber visto una construcción ordinaria, en mantención y me asusté al pensar que eso podía ser el B. Tor. Menos mal que no, porque un par de cuadras más adelante estaba el famoso Tor. “Lástima que olvidé mi cámara en Hofheim”, me repetía constantemente. Ya en Brandenburger Tor nos percatamos de algo: La “Brandenburger Tor Bahnhof” no existía. Lo más parecido era la estación “Auf den Linden”, pero ninguna señal de Brillantín (Benjamín). Bueno, no podíamos esperar más, así que continuamos. Pasamos por una construcción grande, donde había una gran fila para entrar. Después nos entramos que eso era el Reichstag, donde se gobernaba antes en Berlín (y que le decían Waschmaschine, lavadora). Bueno, después seguimos caminando harto y llegamos al Friedrich Bahnhof, otro lugar donde Mercantil (otro alias de Benjamín) podría estar. Tampoco, ni una señal suya. Ya pensábamos que se había perdido, o que nunca llegó a Berlín. También pasamos a un Supermercado alemán. Una vez adentro nos dimos cuenta de algo trágico: Una vez adentro, no se puede salir… a menos que compres algo (o al menos en eso pensamos cuando entramos, no podíamos salir). Decidí probar una Fanta sabor “Wild Berries”, la cual era rica, pero lastimosamente no refrescaba. Después de esto, decidimos volver.
Ahí tuvimos una discusión con Peich sobre como volver, puesto que ambos queríamos volver por caminos distintos. Al final fuimos por el suyo, el cual era como lo mismo pero por otras calles, pero así aprovechamos de conocer el Siegesaule.
Ya en casa (por eso de las 22:20), nos dieron de esos sándwiches de sandwicheras que disfruté como nunca en mi vida.
Recibimos mensajes de nuestras familias. La mamá del Page nos contó que “supuestamente” la Gisela se había ido sola a Berlín y que de Benjamín no se sabía nada, que estaba con su hermano en un hostal, durmieron un día y desaparecieron. Incluso al par de hermanos se le quedaron 1350 euros en Estocolmo. Sonaba a poco menos “estos cabros están durmiento debajo de un puente, si es que aún viven”. Después de estas noticias decidimos dormir, ya que mañana sería otro día. Algo que me llamó la atención, y mucho, es que los alemanes duermen sólo con un plumón y que en la pared al lado de mi cama, habían muchas fotos de la hermana mayor.

«Nunca te juntes con alguien en un lugar que jamás has visto.»

martes, 1 de julio de 2008

Optimus Prime

[WARNING: Spoilers]

Ayer me había acordado de la muerte de Optimus Prime y que me traumó cuando vi la película de los Transformers por primera vez a los 4 o 5 años. Así como a algunos les marcó la muerte de la mamá de Bambi o la del Rey León, a mí me marcó la del heroico Autobot.
Después de más o menos 10 años, ya cuando tenía 15 o 16, me enteré que Optimus había sido revivido en la serie(nunca emitieron esos 2 capítulos acá en Chile, creo), en "The Return Of Optimus Prime", que eran 2 capítulos donde queda el tremendo caos en el universo y un Rodimus Prime sobrepasado no tiene mejor idea que revivir al gran Optimus Prime para solucionar todos los problemas que él mismo debió haber resuelto. Fui muy feliz por mucho tiempo, hasta que a mis 20-21 descubrí que lo mataron de nuevo en la serie japonesa "The Headmasters", marcando el fin de la era Optimus. Después parece que revive como "Star Convoy", pero ahí ya queda muy enchulado y deja de ser el mismo camión clásico.

Esa es mi pequeña historia con el gran Optimus, a pesar que Wheeljack (el original) es/era mi Transformer favorito, Prime era el que daba la cara y prácticamente hacía todo. Un ícono de los 80', muchas veces imitado (incluso por sus mismas reencarnaciones), pero jamás igualado.