miércoles, 12 de noviembre de 2008

Eurotour (8)

Día 8 (03-01-03): “Las cosas no son como parecen”

Nos despertó el reloj de Brillantín. Era un aparato rústico infame que sonaba muy fuerte, con tic-tac incluido. Había que hacer el CHECK-OUT a las 10 AM (definitivamente son enfermos acá). Bajamos a desayunar y Filósofo aprovechó de hacer el trámite de la salida. El desayuno no era muy rico, pero había que comer igual. Al terminar con el CHECK-OUT, Javier estaba medio enfermo y Benjamín decía: “Hay que buscar un hotel”, pero no hacía nada. Bajé con él al sótano a llamar a Daniel, un judío que conoció a Benjamín y supuestamente era dueño de una hostal aquí en Praga. Llamé, pero resultó que el número no existía. Ahora quedaba solamente una opción. Saqué el folleto del “Maniatan Accomodation Agency” y hablé con la misma señora que nos trató de vender la pomada ayer y ahora se la comprábamos. Según el folleto había que tomar un metro y llegar nuevamente a Hlavni Nadrazi, para después caminar 10 minutos. Tomamos el metro hasta la ya legendaria estación. Durante el trayecto a pie al Maniatan encontramos un Youth Hostel que quedaba al centro y cuya habitación costaba tan solo 400 coronas. Era lo más barato, pero la otra nos salía 300 coronas y ya habíamos dicho que veníamos. Tuvimos que caminar mucho para llegar, más de 10 minutos, de hecho, íbamos a tomar el metro, pero la estación más cercana del destino, y casi toda la línea amarilla estaba en reparación. De pronto, en un edifico comercial, estilo de las galerías del centro de Santiago, encontramos un cartel amarillo de “Manhattan” y entramos. Era todo muy under y no inspiraba mucha confianza. Había un timbre para llamar a la recepción pero no contestaba nadie… ¿Se habría ido la vieja?
Cervatín subió el ascensor (que estaba en condiciones deplorables) con ayuda de un viejo con pinta de vago que rondaba el lugar. Era el ascensor más ordinario que he visto en mi vida… No había nadie en el lugar. La vieja estúpida no nos esperó y se fue. Aunque pensándolo bien, su boliche era una porquería, mucho menos que una bazofia. Pero bueno, así es la vida, lo mejor que pudo habernos pasado fue no habernos quedado en esa inmundicia. Javierde estaba muy enfermo, Benjita muy cansado y preocupado. Finalmente, decidí que la mejor opción era la hostal de 400 coronas, a pesar de que corramos el riesgo de que nos toque en la pieza un extraño (nos habían avisado que podíamos ir a una pieza compartida con otros turistas).
Llegamos agotados a la hostal y nos registramos. Subimos y nos encontramos con que las camas no estaban hechas… Pero nos dio lo mismo. Dejamos nuestras mochilas en la pieza. En eso llega una mucama, hedionda como ella sola. Nos empieza a retar hablando en checo por quien sepa que cosa. Como al parecer sólo hablaba su idoma, lo único que atiné a decirle fue: “I don’t understand”. Mientras Brillantín iba al baño, le pregunté a la recepcionista qué onda. Cabe destacar que estaba muy hermosa, salvo que tenía cara de enojada. Además sabía alemán, porque la habíamos escuchado hablando con unos alemanes de 2 metros cada uno cuando llegamos al registro. Me explicó que la mucama quería hacer la pieza (que al final era para nosotros solos), y que por eso debíamos salir un rato. Cuando subí, estaba Javierito muerto dormido en la cama y 4 mucamas haciendo la pieza. Fue una postal muy chistosa. Ahí con Benjamín decidimos salir a recorrer mientras Javierde descansaba.
Lo primero que vimos fueron tiendas de discos muy interesantes. Después pasamos por un mini mall, donde saqué mis coronas del cajero automático. Ya a la salida, decidimos comer algo… en el Cerdonalds, j aja ja. Ya se volvió un clásico, además era lo único que conocíamos y nos recordaba a Chilito. También nos impactamos al ver a un cantante callejero interpretando entusiasmadamente “Stairway to Heaven”. Mi impresión de Praga estaba mejorando progresivamente, tras la noche espantosa que sufrimos. Al regreso para el hotel, nos detuvimos en un cybercafé. Aproveché de escribir mails a la “gente importante”. También hablé por Messenger con gente que incluso me agarró para el payaseo por estar en República Checa, preguntando si estaba preso allá., Al volver al hotel como a las 5 (ya estaba oscureciendo), nos encontramos con Trajavier, quien ya se sentía mejor.
Dimos un par de vueltas por el centro, donde destacó una tabaquería. Llena de encendedores, pipas de agua y tabaco puro. Obvio. Tdovo parecía normal, hasta que en un mostrador rotatorio vimos algo más que impactante. Habían dulces, chupetes y chocolate… Muy normal, hasta leer para saber de que sabor trataban: Cannabis. De alguna manera, esto no hacía sentido para nosotros en el momento. Si bien, sería raro que acá en Rep. Checa estuviera legalizada la famosa sustancia, pero un compañero de colegio (Guatón Vergara) me había contado que en Londres vendían chupetes y mermeladas de THC. De todas maneras, el único país donde era legal el consumo, era en Holanda, el sueño de Suárez. Bueno, por el momento no nos sorprendió mucho este hecho, porque no sería nada en comparación con lo que pronto veríamos. Después pasamos nuevamente al McDonalds y nos llevamos la comida a la hostal. Me compré un Texas Cheesburger. Era buena la hamburguesa, pero la salsa barbacoa no le hacía mucho juego y además dejaba muy seco. Menos mal compré una bebida en recepción y la escogida fue una Fanta “Wild Berries”. Aprovechamos de tomar harto, porque a la vuelta del viaje, no la veríamos nunca más, nunca. Y así terminó el día. Menos mal que con un buen final, encontramos albergue, un poco hediondo, pero en fin.

«Después de una cadena de cosas malas, algo bueno tiene que venir.»

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